Por fin tengo un blog. Siempre quise tener uno, con la misma intensidad con la que un chaval anhela su primera bici. Por fin podré decir lo que quiera sin andar con explicaciones a nadie más que a mí mismo, que ya está bien. Bueno, y a ti también, ya que eres la única persona que me lee. Pero a ti no te doy explicaciones, simplemente te doy las gracias.
Podré decir lo que me apetezca sobre música, cine, deporte, política… convertirme en un aprendiz de opinador, lo que siempre quise ser. Y podré decir lo que quiera de lo que me de la gana… de la familia real, de los montajes policiales, la corrupción, los elefantes o el aparejamiento de la hiena en un entorno de crisis… y todo lo que realmente se me pase por la cabeza porque estamos en un país democrático y libre, como se dice en las pelis yanquis. No?
Podré comentar lo que ocurre en las comisarías, y cómo aparecen mochilas con cócteles molotov abandonadas a su suerte en las calles durante una manifestación. Podré comentar que parece que todos hemos hecho un curso de bombas por fascículos, aunque pocos deben haberlo aprobado, porque al parecer todos somos potencialmente terroristas.
Y podré pedir la abdicación de la familia real en lugar de la de Juan Carlos, para que así no tengan más opción y termine la saga… y podré alentar a la abstención, a la insumisión y, si se me pone, a la revolución. Porque no hay nada tan sagrado como la libertad de expresión. Podré hacer todas esas cosas, como siempre deseé. Pero las haré con el tiempo, no vaya a ser que nada más nacer, alguien le corte las alas a este pequeño espacio que me he confeccionado yo solito. Porque no todo es tan perfecto como ellos quieren que parezca.
Para esas cosas, la noche siempre seguirá siendo nuestra amiga inseparable. Viva la libertad de expresión.
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